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Responsable: Agustin Azkarate Garai-Olaun

Correo electrónico: agustin.azcarate@ehu.es

Arte y Humanidades Universidad del País Vasco GPAC se concibe como un espacio experimental para la innovación en patrimonio cultural y paisajes culturales. Desglosemos brevemente estos conceptos. HABLAMOS DE PATRIMONIO CULTURAL para referirnos al conjunto de bienes heredados en los que cada sociedad reconoce un valor cultural. Las últimas décadas del siglo XX se caracterizaron por una profunda renovación de las aproximaciones conceptuales y metodológicas al patrimonio cultural y por la progresiva e imparable ampliación de sus ámbitos de tutela. Ello multiplicó los elementos a proteger, pero incrementó en la misma proporción los problemas de gestión de una nueva realidad extremadamente compleja. El nacimiento en 2012 de la Association of Critical Heritage Studies con la presentación de un importante manifiesto en el que se demandaba una reflexión transdisciplinaria sobre la propia naturaleza del patrimonio, ejemplifica bien esta complejidad. Su denuncia del discurso hegemónico en patrimonio (Authorized Heritage Discourse) pronto alcanzó un gran eco en todo el mundo abriendo nuevas perspectivas e impulsando diversos giros epistemológicos. HABLAR DE PAISAJES CULTURALES es quizá más complicado. A pesar de la popularidad actual de la noción de paisaje y las expectativas que genera como herramienta conceptual, su gestación y decantación fueron lentas. Paradójicamente, sin embargo, la primera definición formal de paisaje cultural proviene de un trabajo del geógrafo Carl O. Sauer de hace prácticamente un siglo. Según Sauer, el paisaje cultural se forma a partir de un paisaje natural de un grupo cultural. La cultura es el agente, el área natural es el medio, el paisaje cultural es el resultado (1925). Difícilmente se puede sintetizar mejor el carácter mestizo de la noción de paisaje y su naturaleza liminar. HABLAR DE INNOVACIÓN SOCIAL es referirse sobre todo a una praxis, a una forma de afrontar los problemas. Solo podemos saber que una acción ha sido innovadora, a posteriori. La innovación no son ideas, sino prácticas, acciones, actividades. Para ser innovador hay que tener una cierta voluntad de suerte: hay que arriesgarse. Precisamente por ello innovar implica actuar. La pasividad nunca ha sido innovadora. (Echebarria, Gurruchaga, 2012). Ello nos conduce a HABLAR DE EXPERIMENTACIÓN. Uno de los más recientes documentos de la Unión Europea sobre Patrimonio Cultural y la Innovación Social advierte explícitamente sobre la importancia de este tercer concepto, imprescindible para que cualquier innovación sea posible: el de la experimentación (Sonkoly, Vahtikari, 2018). Hay que enfrentarse a los problemas e intentar resolverlos y, para ello, hay que identificar bien los problemas a afrontar. La voluntad innovadora no actúa con metas prefijadas, pero sí que se atreve a afrontar problemas precisos. Sin experimentación no es posible la innovación.

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