Modelo de vinculación emocional validanteuna propuesta de intervención para contextos de justicia juvenil y acogimiento residencial específico

  1. Estalayo Hernández, Angel
Dirigida por:
  1. Arantxa Rodríguez Berrio Directora

Universidad de defensa: Universidad de Deusto

Fecha de defensa: 06 de septiembre de 2017

Tribunal:
  1. José Fernández Barrera Presidente/a
  2. Emma Sobremonte de Mendicuti Secretaria
  3. Jon García Ormaza Vocal

Tipo: Tesis

Resumen

Modelo de Vinculación Emocional Validante: Una propuesta de intervención para contextos de Justicia Juvenil y Acogimiento Residencial Específico Ángel Estalayo Hernández La intervención desde servicios residenciales de Justicia Juvenil y de acogimiento residencial específico ha venido marcada por el aumento de problemas de conducta externalizante entre dicha población. Al conocimiento de que las adversidades en la infancia conllevan daños posteriores en las personas, se empieza a añadir la evidencia acerca de que los fallos o discontinuidades en la función de contención de las figuras de cuidado y crianza, también lo hacen. Así, se da un aumento de la prevalencia de problemas de salud mental en la población adolescente general, que aún es mayor en Justicia Juvenil y en acogimiento residencial específico, y que se explica por el incremento de las problemáticas de origen exógeno. Sea como fuere, existen pocos datos que pormenoricen esta realidad, lo cual se traduce en situaciones de infradiagnóstico que conllevan falta de atención especializada a los mismos. Fruto de ello, muchos adolescentes acaban en contextos de control, como los descritos, con unas necesidades de atención que no siempre se corresponden con el tipo de respuesta de intervención disponible en los mismos. Así, surge la necesidad de conceptualizar un espacio de intervención que diseñe programas y estrategias de intervención con componentes educativos, psicoterapéuticos y sociales que permitan entender, recoger y atender esas características emergentes. Para ello, ese espacio debe simultanear el control con la ayuda, la obligación con la colaboración. Ese cometido requiere el surgimiento de modelos de intervención que partiendo de la realidad descrita, propongan formas de intervención basadas en el mismo “campo de juego” donde estas problemáticas surgieron: la relación. Y dentro de ese terreno relacional, incorporar la contención y la atención a las conductas externalizantes que suponen el motivo de ingreso a los dispositivos descritos. De esta forma, las intervenciones deberían partir de la intervención sobre los problemas de autorregulación (emocional, conductual y cognitiva), como manifestación comportamental clave y como elemento definitorio. Ello se argumenta así al entender y conceptualizar la autorregulación como uno de los principales organizadores del desarrollo psicológico, tal como se plantea desde algunas formulaciones de la teoría del apego. Así, el elemento determinante para valorar la pertinencia del carácter terapéutico del ingreso sería la presencia de dificultades del adolescente para desarrollar unos mecanismos básicos de regulación emocional y conductual; la comisión del delito y la imposición de una medida judicial o la expresión de conductas externalizantes y la respuesta del ambiente, son el efecto sintomático o una forma de demanda involuntaria de ayuda. Así, el modelo surge como la consecuencia del esfuerzo por concretar la intervención en Centros de Justicia Juvenil y en otros de Acogimiento Residencial Específico para graves o muy graves problemas de conducta, valorando que las necesidades de los adolescentes o los componentes que mantenían el problema conductual no habían sido atendidos: los relacionales. Esta tesis parte de una reflexión realizada en los últimos quince años, en la que el primer factor se centró en analizar la evolución en la tipología de los adolescentes atendidos (Estalayo y Romero, 2003). Más tarde, se desarrollaron los primeros pasos de la intervención basados en la técnica de “contención validante” (Estalayo y Romero, 2005). A continuación, la persona del profesional, la atención especializada de la violencia y el desarrollo más pormenorizado de un sistema de fases progresivo que guiara la intervención en este tipo de supuestos, se tradujeron en la primera integración de estos componentes alrededor de un modelo de intervención (Estalayo, Rodriguez y Romero, 2009). De esta forma, los resultados en la práctica avalaban esta perspectiva, incluso que se profundizara en el abordaje especializado en otras conductas externalizantes y en la aplicación del itinerario en un formato familiar y grupal (Estalayo, 2011). El esfuerzo por especializar la intervención conllevó que se definieran progresivamente los supuestos de aplicación dentro de los contextos de Justicia Juvenil y de Acogimiento Residencial Específico (Estalayo, Rodriguez y García, 2014). Desde ese momento, se realizaron revisiones de las técnicas de aplicación dentro del itinerario de intervención (Estalayo, Rodriguez y Gutierrez, 2016) y en desarrollar aplicaciones de la mentalización en el itinerario familiar (Estalayo, Rodriguez y Gutierrez, 2017). Habida cuenta de estos desarrollos, el objetivo de la tesis es integrar todo ello y manualizarlo en un enfoque conjunto. Para ello, se sigue una metodología de revisión y reflexión teórica, así como de propuesta de estrategias y técnicas concretas de intervención. La tesis consta de once capítulos. El primero de ellos es la introducción que pretende presentar el objetivo de la tesis y la estructura de la misma. El segundo capítulo realiza una revisión de diferentes fuentes que reflejen el cambio de la población adolescente en el sentido del aumento de los problemas de salud mental de origen exógeno y que se traducen sobre todo en problemas de conducta externalizante, especialmente en contextos de Justicia Juvenil y de Protección de la Infancia y la Adolescencia, así como el infradiagnóstico de este tipo de problemáticas. A continuación, en el tercer capítulo, se exponen las características de los contextos de Justicia Juvenil y de Acogimiento Residencial Específico y sus limitaciones iniciales para atender las necesidades de la población adolescente correspondiente con el aumento de problemas de conducta de origen exógeno. En ese sentido, se propone la incorporación de enfoques y técnicas que conlleva la redefinición del espacio de intervención con contenidos educativos, psicoterapéuticos y sociales y las formas de configuración que se concretan en la necesidad de desarrollar un modelo específico de intervención. Ya en el cuarto capítulo se procede a exponer cuales serían las características que el modelo de Vinculación Emocional Validante propone para responder a dicha necesidad, dando paso al quinto en el que se procede a profundizar en el vínculo desde los componentes personales del profesional y el adolescente, teniendo como objetivo describir las dinámicas personales, interpersonales y sistémicas que posibilitan que se articule de cara a conseguir una conexión emocional que permita asentar la alianza. En ese sentido, se define y conceptualiza la circularidad y mutua influencia para proponer posteriormente estrategias y técnicas desde el vínculo a nivel individual, familiar y grupal. Llegados a este punto, el sexto capítulo se orienta a la exposición del itinerario individual de intervención. Para ello, se exponen las distintas fuentes en las que el modelo se basa para justificar y articular los hitos que la intervención debe seguir para describir un proceso adecuado al contexto, necesidades del adolescente y objetivos al respecto. De esta forma, se proponen unas etapas que se subdividen en fases y que tienen un carácter acumulativo, disponiendo de objetivos generales, específicos, criterios de éxito que indican el tránsito hacia otra fase posterior, así como de técnicas concretas de aplicación. La aplicación de este mismo itinerario a nivel familiar se expone en el séptimo capítulo. Así, se describen narrativas como herramientas centrales de la técnica a implementar en cada momento del proceso. También se aborda la contribución de la mentalización para este cometido. El octavo capítulo se centra en la aplicación grupal del itinerario. Así, se describen las características a construir en un grupo de adolescentes en un recurso residencial, las normas, el funcionamiento, los objetivos a trabajar en y desde el mismo y las distintas fases del itinerario del modelo a través de diferentes estrategias como el uso de narrativas, preguntas circulares y la construcción de patrones relacionales bien establecidos. Por otra parte, también se aborda la existencia de tipos de grupos y de la asignación de adolescentes a los mismos de cara a optimizar su desarrollo. Una vez descrito el itinerario, en el noveno capítulo, se pasa a abordar la intervención sobre las conductas externalizantes más problemáticas en estos adolescentes: la violencia, el uso de tóxicos y las interrupciones de la relación de ayuda. En este sentido, se describen las distintas clasificaciones existentes, con el objetivo de promover abordajes especializados en cada una de ellas y se propone el diferencial de intervención como una herramienta para abordar las mismas. En el décimo capítulo, se atiende la organización del Servicio de intervención, entendiendo la misma como un factor indispensable para sostener el desarrollo técnico del modelo. De esta forma, se enumeran diez componentes a tener en cuenta, con una propuesta de estructura e implementación en cada uno de ellos. Por último, en el undécimo capítulo se exponen las conclusiones del trabajo, así como posibles líneas de desarrollo del modelo a nivel teórico, de modalidad y metodológico. Como conclusiones se resalta la definición del vínculo y la descripción de cómo crearse para tener componentes que movilicen el cambio desde una propuesta basada en componentes personales sin base patológica, que sean huella de las relaciones primigenias de cuidado o de origen exógeno, así como otras que tengan un origen endógeno y que puedan ser comunes entre el profesional y el adolescente. Así las cosas, este proceso de configuración del vínculo supone una serie de pasos o momentos que, junto a otros, se concreta en la propuesta del modelo VEV de un itinerario educativo-terapéutico de intervención que da una visión de proceso que permite observar cada caso atendido en virtud del progreso que va consiguiendo y la toma de decisiones técnicas en base a dicho criterio, lo que permite a los equipos aunar perspectivas y disminuir la confusión, así como disponer de objetivos a lo largo de la intervención ajustados a la realidad subjetiva y única de cada adolescente. Esta aportación es central desde el modelo porque dirige la intervención con los adolescentes a través de una serie de pasos que concitan los aspectos a intervenir, guían las intervenciones y dotan de un marco comprensivo de las dificultades que pueden surgir a lo largo del proceso. Como líneas de desarrollo, a nivel teórico, se propone recoger la propuesta de Beitman y Yue (2004) respecto a la articulación y fundamentación del itinerario de intervención y a la preparación de profesionales de intervención directa con adolescentes, así como implementar con adaptaciones la aportación de Bateman y Fonagy (2016) acerca del uso de la mentalización. A nivel de modalidad de intervención, queda abordar una psicoterapia de apoyo de índole familiar y contenidos sistémicos que ponga el foco en la involuntariedad del sistema, el impacto de las conductas externalizantes y el andamiaje hacia soluciones distintas según los supuestos, mediante formatos en los que los miembros del equipo de intervención puedan ayudar a transitar a todos los miembros hacia espacios externos normalizados de ayuda. En el nivel metodológico, se plantea realizar estudios empíricos de cara a evaluar la implementación del modelo en dispositivos de intervención, desarrollar el conjunto de características personales y competencias que mejoran el vínculo con adolescentes con este tipo de conductas externalizantes y revisar el itinerario de aplicación individual respecto a tres fases concretas. También aplicar el modelo en otros contextos no residenciales y menos caracterizados por la necesidad de control o con aspectos distintos en el mismo, desarrollar las formas de evaluación y detección de perfiles de adolescentes con presencia de violencia instrumental con y sin insensibilidad emocional y desarrollar metodológicamente factores de éxito en la intervención, tales como la intervención con las familias, las formas de coordinación con otros agentes externos y el abordaje comunitario.