La noche del mundo. Un análisis de la relación entre nihilismo y política
- D'ANGELO, VALERIO
- Patxi Lanceros Méndez Director
- Gabriel Aranzueque Codirector/a
Universidad de defensa: Universidad Autónoma de Madrid
Fecha de defensa: 21 de septiembre de 2017
- David Sánchez Usanos Secretario/a
- Antonio Rivera García Vocal
- Francisco Colom González Vocal
Tipo: Tesis
Resumen
El escrito se compone de tres capítulos; cada capítulo se divide en tres apartados y cada apartado de tres párrafos. Cada capítulo se cierra con una “Conclusión crítica” que tiene por objetivo lo de actualizar el discurso llevado a cabo. A pesar de seguir una única línea argumentativa, los capítulos (y tal vez los apartados) se pueden leer por separado ya que cada capítulo profundiza un tema específico de la investigación. El capítulo I investiga la relación entre nihilismo y política en los trabajos de Albert Camus, Martin Heidegger, Gianni Vattimo y Reiner Schürmann. El apartado 1.1. está dedicado a la discusión, en la obra de Camus, del nihilismo como problema exquisitamente político. Se seguirá la crítica de Camus al “nihilismo romántico” de las ideologías políticas modernas, herederas del pensamiento gnóstico y de su odio al mundo. El nihilismo político de estas ideologías consiste en que ellas, tras la “muerte de Dios”, han sacrificado todo valor y toda moral sobre el altar del principio de la utilidad. A la base de esta lógica está el antropomorfismo moderno que somete el mundo a transformación y producción ilimitada para la realización de un telos. Contra esta ratio calculadora, Camus esgrime un pensamiento “ilógico” o a-teleológico, que asuma de manera coherente la muerte de un sentido último y de un terreno fundador. Sísifo y el homme révolté son las dos figuras que encarnan este “pensamiento del mediodía”: ellos aceptan la gratuidad de la existencia del mundo post-metafísico y, así haciendo, desvelan la inviabilidad de la moderna “metafísica del sujeto”. De allí la apuesta para una rebelión que, distintamente de la revolución, se funda sobre el reconocimiento de los límites humanos y de la finitud de una existencia sin fundamento ni telos. El apartado 1.2. pasa a analizar el tema del nihilismo en el “primer Heidegger”. Más detenidamente, se procurará argumentar, a través del análisis de la analítica existencial, el papel de la nada en la constitución del sujeto heideggeriano: el Dasein. Contra la noción del ser humano como “objeto” y presencia, la ontología heideggeriana concibe el Dasein como atravesado por una “doble nulidad”, en su estado de arrojado (Gewofenheit) y en su estado de proyecto (Entwurf). Se verá pues cómo esta doble nulidad amenaza toda noción de esencia o identidad fundacional. Distintamente del sujeto moderno, el Dasein es un fundamento infundado, que no sólo no puede ser fundamento, porqué vive en un mundo de sentidos que le preceden, pero tampoco puede ser fundado, en cuanto es él mismo quien abre el horizonte de comprensión del ser y del mundo donde acontece toda relación de fundación. Al respecto, se analizarán los conceptos heideggerianos de ser-con (Mitsein), autenticidad (Eigentlickheit), angustia (Angst) y ser-para-la-muerte, con la finalidad de hacer hincapié en el papel “constitutivo” de la negatividad del Dasein. Por último, el apartado 1.3. explora el potencial político emancipador del nihilismo en el “segundo” Heidegger y, de allí, en el pensamiento de los “heideggerianos de izquierda” Gianni Vattimo y Reiner Schürmann. Se verá pues cómo, en el “segundo” Heidegger, la metafísica como olvido sistemático del ser en pos del ente, se despliega plenamente en el mundo técnico donde el ente está totalmente abierto a la manipulación humana. La metafísica es culpable no sólo por pensar el ser como algo en un sentido objetivo y entonces precisamente definible, pero también por reducir dicho objeto a la presencia de las cosas. Ignorando el ser, la metafísica ignora ante todo la nada, su co-presencia con el ser. Contra la reducción nihilista del mundo a presencia transformable, Heidegger nos invita a recuperar un pensamiento esencial capaz de captar la nada. De ahí, se pasará a analizar las propuestas ontológico-políticas de Gianni Vattimo y Reiner Schürmann. Para ambos, la muerte de un fundamento último y definitivo libera la acción (política) de la fidelidad al arché y del perseguimiento de un télos, y pone en entredicho la idea de historia como progreso y superación. Ambos abren a una perspectiva post-fundacional y, sin embargo, mientras para el autor del pensiero debole es preciso rememorar el ser en cuanto ya acontecido, para el compañero holandés la anarquía es el único fundamento posible de las economías epocales. De ahí, la diferencia política entre los dos: para Vattimo la interpretación, abierta e inacabada, de los mensajes que vienen del pasado, se traduce en un juego de prácticas, de técnicas localmente validas, donde las reglas son frutos de negociación y consenso: para Schürmann es preciso vivir “sin un porque” para cobrar conciencia de la falta de fundamentos a la base de las distintas economías epocales. Se trata de una manera de “sentir” diferente que permite vivir la falta de fundamentos en primera persona. Inclinándome hacia esta segunda interpretación, en la primera “Conclusión crítica” defenderé la necesidad de apostar por la an-arquía, entendida como la imposibilidad de un fundamento ontológico estable, y como única condición para volver a brindar un sentido inmanente a la experiencia diaria y a una práctica política finalmente liberada de la dictadura del arché y del télos. El capítulo II analiza más detenidamente el pensamiento político post-fundacional, entendido como el debilitamiento ontológico del fundamento y la emersión de “fundamentos” plurales y contingentes. En el apartado 2.1., tomando como punto de partida el trabajo de Nancy y Lacoue-Labarthe, expondré la noción de diferencia ontológica entre la política, como forma de acción técnica y orientada a una meta, y lo político, como espacio abierto y vacío que se escapa a todo intento de estabilización y cierre del sentido. Afirmaré que le retrait du politique brinda un arma de resistencia a los intentos de la política de construir un ser-en-común como totalidad perfectamente inmanente, así como un desafío a los intentos de dotar la comunidad de una esencia y de un telos. A continuación, exploraré la manera en la cual esta diferencia se presenta en los trabajos, respectivamente, de Hannah Arendt y de Carl Schmitt. Ambos distinguen entre la política como el ámbito de la acción instrumental y lo político como momento de desestabilización y resistencia a la domesticación política, pero mientras Arendt ve en lo político la esfera de la deliberación pública y del acuerdo entre singularidades únicas, en cambio Schmitt ve en ello el espacio del conflicto y del antagonismo. Además, mientras Arendt pone en entredicho la soberanía como sitio independiente y separado de lo político, Schmitt en cambio reivindica el papel soberano de la decisión sobre lo político. A pesar de estas fundamentales diferencias, tanto Schmitt como Arendt ponen en entredicho la estabilidad, la totalidad y la coherencia del arché a la base de la acción política. En el apartado 2.2. investigaré, de manera más extensa, la manera en la que la diferencia entre la política y lo político se manifiesta en el pensamiento político anarquista. Retomando la polémica entre anarquistas y marxistas sobre el papel del Estado, enseñaré cómo el anarquismo logra desarrollar una novedosa teoría del poder (la política) que lo estudia en su autonomía, esto es, independientemente de los factores económicos y productivos. Los anarquistas proponen una genealogía del poder opuesta y contraria a aquella propuesta por los contratualistas: mientras estos últimos veían en la política el fruto de un libre acuerdo para protegerse de los efectos disgregadores de una guerra generalizada de todos contra todos, los anarquistas ve en ello más bien una violenta imposición “desde arriba” contra una sociedad naturalmente armoniosa y cooperativa (lo político). Se afirmará pues que el pensamiento libertario, a pesar de haber sido capaz de detectar el poder como lógica propia y autónoma, sin embargo re-afirma una metafísica de la presencia en los atributos sociales y humanos. El anarquismo logra confutar la necesidad del orden “artificial” (la política) apelándose a un orden “natural” que halla en los atributos morales y racionales de la esencia humana y en el carácter cooperativo de las relaciones sociales (lo político). Por lo tanto dedicaré el apartado 2.3. a un examen crítico de esta “metafísica del orden”, como la ha llamado Marshall Sahlins. Afirmaré que, a la base de esta lógica maniquea que opone el orden artificial del Estado al orden natural y armónico de las relaciones sociales, está una lógica del resentimiento. Tomando prestado el análisis de Nietzsche y de Camus sobre el anarquismo, sostendré que esta filosofía, negando todo antagonismo y dislocación a la base de la identidad (política), acaba siendo una (nietzscheana) “rebelión de los esclavos”, que afirma el carácter moral y racional del sujeto humano negando la naturaleza inmoral e irracional del Estado. Así, en la segunda “Conclusión crítica” apostaré por la necesidad de recuperar la guerra y el conflicto, entendidas como desestabilización de todo fundamento último y definitivo, tanto para la propia definición de las identidades políticas, como para una acción política finalmente libre de la lógica teleocrática. El capítulo III está dedicado por completo a la filosofía política de Max Stirner. A pesar de haber sido largamente ignorado por los teóricos de la política, Stirner planteó de forma original la relación entre sujeto y poder. En el primer apartado (3.1.) leeré el trabajo de Stirner (Der Einzige und sein Eigentum) según un modelo polemológico, esto es como una lucha entre el único (Einzige) y los fantasmas (Spukt) que, desde la antigüedad griega hasta la más reciente modernidad, han invadido el mundo social y político. A partir de allí se hará hincapié en el peculiar concepto de desalienación en Stirner, que no consiste en la recuperación de las esencias (como la esencia humana), sino en la constante aniquilación del objeto ajeno y sagrado. Así, a través de un análisis detallado de esta última noción se demostrará cómo, para Stirner, lo sagrado nunca consiste en una calidad ontológica del objeto, sino en un tipo de relación peculiar entre sujeto y objeto, por la cual el primero renuncia a sí mismo y a su autenticidad sometiéndose al segundo. Demostraré pues que la noción de ideología en Stirner no supone, como en Marx, un ofuscamiento y una distorsión a los daños de un sujeto que es pasivamente engañado, sino una participación activa del sujeto a su propia alienación. En el apartado 3.2. seguiré el análisis de Stirner de los “espectros modernos”, esto es, de los tres liberalismos (político, social y humano) en cuanto técnicas más refinadas de gobierno respecto del viejo autoritarismo. “Contra” Marx y Engels, se defenderá la tesis según la cual Stirner no sólo no desconoce la materialidad del Estado, del Capital, etc., como productos históricamente determinados por la actividad humana, sino que anticipa la trasformación del poder en la época moderna. Stirner desvela la faceta teológica del poder moderno que, detrás de una apariencia laica y secular, espiritualiza aún más el mundo, sometiendo el individuo a ideas abstractas, como el Estado, la Sociedad o el Hombre. Se destacará entonces la novedad del análisis stirneriano del poder, que ya no es visto como represivo sino productivo de cierta subjetividad a través de toda una serie de técnicas, de preceptos, de códigos de conducta y comportamientos socialmente aceptados. Stirner sondea pues cual es la necesidad psicológica de la creencia en las ideas fijas y las razones individuales de apego al poder, esto es, de lo que de la Boetie llamó “servidumbre voluntaria”. Finalmente, en el apartado 3.3. se examinaran detenidamente las nociones stirnerianas de único (Einzige), insurrección (Empörung) y asociación de los egoístas (Verein des egoisten). Tomando las distancias de la interpretación convencional del individuo stirneriano como del pequeño burgués calculador y acumulador, leeré el Einzige como un sitio de resistencia no esencialista que, a raíz de su negatividad radical (“nada creadora”), impide la fijación alrededor de una subjetividad determinada. En esta óptica, también se interpretará el (problemático) concepto de propiedad (Eigentum) como acto de profanación a través del cual el individuo se apropia del objeto aniquilándolo su dimensión sagrada y ajena y, así haciendo, se libera de la lógica utilitarista y economicista. Asimismo, un análisis del concepto de insurrección (Empörung) como “negación metafísica del existente”, enseñará cómo la labor de apropiación/destrucción del existente tiene una importante solapa ética, ya que el sujeto se desprende de las hipóstasis (políticas, sociales, culturales) objetivadas de su tiempo, y fortalece su sentido de autonomía y auto-determinación. Distintamente de la revolución, que procura cambiar el objeto (Estado, Sociedad, etc.), la Empörung es un proceso de auto-liberación, parecido a lo que Foucault llamó “cuidado de si”, y consiste en la liberación del apego al objeto y a las identidades que amarran el individuo a las instituciones. Por último se verá cómo el modelo social stirneriano, que de ninguna manera es asimilable ni a la competencia smitheana ni a la guerra generalizada hobbesiana, abre a una hipótesis “comunitaria” que anticipa el pensamiento post-fundacional. La destrucción de la sociedad como conjunto fijo y ordenado, va acompañada por la propuesta de una Verein (asociación). Esta no se basa en una propiedad común, sino en una común im-propiedad: borrado todo rastro de igualdad, lo único que acomuna los individuos es el no tener nada-en-común. La tercera “Conclusión crítica” es una invitación a recuperar el modelo bélico stirneriano. Stirner despeja el espacio de la política dejándolo vacío: la acción política que ya no se puede fundar sobre certidumbres inquebrantables, como la moral o la razón, sino que siempre está expuesta a la indeterminación. Asimismo este autor cuestiona el apego subjetivo a las creencias que siguen acechando el hombre incluso en los tiempos “post-ideológicos” en que vivimos y nos invita a cuestionar el apego psicológico a nuestro sometimiento